En
la década de los años treinta, elementos retirados de las fuerzas
armadas ofrecieron sus servicios como veladores en mercados, obras en
construcción y edificios públicos. Los beneficiados de la vigilancia se
hacían cargo del pago generalmente en forma semanal a cambio de un
recibo que entregaba y cobraba el propio velador.
En
1937, este grupo de vigilantes independientes ya integraba a mil 400
elementos, quienes organizados en destacamentos, en una asamblea
celebrada en el Teatro del Pueblo, se tomó la resolución de fusionarse
en un sólo cuerpo y gestionar así su reconocimiento oficial. Esquema de placas reconocidas por el reglamento de policía de 2011.
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